... A Buenos Aires la seducen los records. O mejor dicho, le fascina batirlos. Y no sólo aquellos caricaturescos de las avenidas más ancha o más larga. Le gusta, por ejemplo, recordar que Richard Strauss inauguraba su música en Sudamérica dirigiendo personalmente la Filarmónica de Viena en el Teatro Colón, ese mismo Colón que acogerá a don Manuel de Falla en su exilio argentino; que García Lorca recitaba a sus amigos porteños poemas recién escritos en sus cafés, mientras Anatole France, Ortega y Gasset y Einstein dictaban sus conferencias magistrales. Rememora que en los salones de los Errázuriz bailaba la Pavlova o Arthur Rubinstein se sentaba al piano ; que mientras los primeros films de Bergman bajaban del cartel europeo en una semana, en sus cines se mantenían meses a sala completa; y también que la proporción de psicoanalizados fue, desde muy temprano, de las mas altas del planeta (¿en el haber de la modernidad o en el debe de la neurosis de sus habitantes?) . ¿Pero es que esta ciudad vive solo de recuerdos? No únicamente, pero los que posee los atesora como alhajas que una mujer saca una y otra vez de su estuche para adornarse frente al espejo...
(Arq. Alberto Petrina, "Buenos Aires, Ocho Recorridos por la Ciudad", 1998)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)